El primer día que conocí el Ultimate fue casi de casualidad. Estábamos en un parque cuando dos chicas muy simpáticas se acercaron y nos preguntaron si queríamos probar el frisbee. Para nosotros, un grupo de chicos senegaleses, aquello sonaba extraño: apenas habíamos empezado a aprender español y en Senegal nunca habíamos visto a nadie lanzar un frisbee. Pero la energía que transmitían nos convenció, y acabamos escaneando un QR con la dirección de los entrenamientos.
Desde el primer día nos sentimos a gusto. Lo que más me impresionó fue la diversidad y la buena vibra que se compartía. En mi caso, me ayudó mucho que el entrenador hablara francés: esa conexión hizo que integrarnos fuera natural y que pensara: “quizás aquí tengo mi lugar”.
Cuando llegas a un país nuevo, todo es extraño: el idioma, la gente, las costumbres. Pero en el campo de Ultimate todo eso desaparece. Allí lo que importa no es de dónde vienes, sino correr, reír, aprender juntos. El frisbee se convierte en un idioma universal.
Para mí, fue una forma de sentir comunidad muy rápido. Haces amigos, compartes esfuerzo y celebras cada punto como si fueras parte de una familia. Eso te da pertenencia, y cuando eres migrante, eso no tiene precio. Los pequeños gestos son los que más hacen sentir bienvenida: una sonrisa, una invitación sincera a jugar, tomarse el tiempo para explicar las reglas con paciencia. Parece algo mínimo, pero significa muchísimo, porque te abre la puerta a sentir que formas parte.
Paliando las ganas de entrenar antes del comienzo de la temporada con parte de Ultimate Sevilla.
En Ultimate Sevilla eso va de sobra. Además de disfrutar los entrenamientos, tenemos la famosa Pachanga: encuentros organizados por los propios miembros del club. Ahí puedes mejorar tu lanzamiento, adquirir técnicas, resolver dudas, jugar y, sobre todo, pasarlo bien. Y casi siempre después terminamos yendo a tomarnos algo juntos, fomentando la cohesión más allá del campo.
Hoy, Ultimate Sevilla no es solo un club deportivo para mí: es una familia que elegí y que también me eligió. Es un lugar donde puedo ser yo mismo, reír, aprender y crecer, sin importar de dónde vengo. En el campo, todos corremos detrás del mismo disco y compartimos la misma ilusión.
Ser parte de este club me recuerda que la inclusión no es solo una palabra vacía: es amistad, comunidad y el sentimiento de pertenecer a algo más grande. Y si aquel primer día pensé: “quizás aquí tengo mi lugar”, hoy puedo decir con certeza: “aquí tengo mi lugar”.
Unas palabras de gratitud
Abass, de parte tu comunidad de Ultimate Sevilla:
🧡 💛 💚 💙 💜
Gracias por proponerte para escribir este artículo y compartir parte de tu experiencia con el Ultimate. Sentimos mucha ilusión y gratitud de poder tenerte en el club. Esperamos poder seguir creciendo y aprendiendo sobre Ultimate e inclusión de la mano por mucho tiempo más.